Entrevista: Antonio León, corresponsal de El Economista en Bruselas

 

Por María Goy Hevia

 

 

 

“UN COMPAÑERO DECÍA QUE UN DÍA LE ECHARÍAN POR METER LA PATA PERO QUE UN MES DESPUÉS SEGUIRÍA SIN COMPRENDER EN QUÉ Y CÓMO LA METIÓ”

 

 

Antonio León ha consagrado gran parte de su carrera y, por supuesto, de su vida, al periodismo comunitario. Afincado en Bruselas desde hace más de diez años, lleva dedicándose a temas relativos a la Unión Europea todo este tiempo. Paradójicamente, Antonio comenzó en prensa local, como la gran mayoría de periodistas. Fue entonces cuando le surgió la oportunidad de irse a Bruselas a trabajar en un quincenal en español para los españoles que viven allí, para más tarde empezar a colaborar con medios de nuestro país.  Tras estar algo más de seis años como segundo en el diario económico Expansión, Antonio León se ha encargado de la corresponsalía comunitaria del diario elEconomista desde su creación, hace ya algo más de tres años. Tras las elecciones europeas, el periodista  comenta su experiencia como corresponsal en Europa, la rutina en Bruselas y sus impresiones sobre la campaña electoral y las Elecciones al Parlamento europeo.


– Usted es periodista por vocación pero, ¿por qué eligió esta especialidad?

Por casualidad. Aunque, en realidad, nada es totalmente por casualidad. No estaría aquí si no me interesaran la Unión Europea y la información internacional, si no me hubiera preocupado de aprender inglés y francés, y si mis circunstancias personales y familiares no fueran las que son.
– Además de información comunitaria, ¿ha cubierto otro tipo de información? ¿Podría compararla con la información comunitaria?

La información local, que es donde empecé, es una buena escuela porque te obliga a salir a la calle y no te pasas la jornada en la redacción pegado a la pantalla del teletipo y hablando por teléfono. Pero sólo es comparable en eso: en que en Bruselas también sales a la calle y estás en contacto directo con las fuentes.
-¿Podría contarme un día de trabajo en Bruselas? ¿Cuál es la rutina del periodista comunitario?

A las doce, todos los días, hay un briefing de la Comisión Europea. El resto del día, depende de si hay Consejos de Ministros o actividad en el Parlamento Europeo; de si tienes citas con lobistas o alguna otra fuente. En el caso de elEconomista, también estoy bastante atento a las sentencias del Tribunal de Justicia.
-¿Le resulta difícil obtener información? ¿Con qué fuentes trabaja?

Información en Bruselas hay mucha, otra cosa es que sea relevante para el gran público y no demasiado técnica o burocrática. El problema es tener tiempo para procesarlo y contrastarlo todo, porque son temas y fuentes muy diversas, y es imposible saber de todo en todo momento: competencia, mercado interior, comercio, economía, finanzas, telecos, energía, transportes, fiscalidad, empleo, medioambiente, industria… Muy pocos medios tienen más de uno o dos corresponsales para hacer frente a un abanico tan grande de temas.
 

– ¿Existe algún tipo de censura en Bruselas?

¿Censura? Si te refieres a presiones, quizás menos que en otros sitios porque estamos lejos de casa y el contacto con los grupos de interés locales es menor. Y los grupos de interés de aquí tampoco lo tienen fácil para abarcar el millar de corresponsales de todo el mundo que pululamos por Bruselas.
-La prensa comunitaria se caracteriza por que no tiene una sección determinada. ¿Qué particularidades existen en el periodismo comunitario con respecto a otras especializaciones periodísticas?

Eres especialista en los entresijos comunitarios, pero por aquí pasan casi todos los temas, así que no te puedes descuidar porque no eres especialista de la mayor parte de ellos. Un día la noticia se inserta en Economía y otros días en Finanzas o Jurídico.
 

-Desde su experiencia y su posición privilegiada, existe muchas diferencias entre el periodista comunitario según del país del que viene? ¿Se podría hablar de un planteamiento general a la hora de informar sobre Europa o depende del periodista o del país? ¿Cree que los periodistas comunitarios suelen abusar de  la perspectiva nacional a la hora de informar sobre Europa?

No existe prensa supranacional, aunque la edición europea del Financial Times, por ejemplo, intenta ser algo parecido. Entre periodistas habrá sin dudas diferencias, pero las dan sobre todo el medio y el país. La prensa británica publica menos cosas de la Unión Europea y la trata con desapego a veces injusto. En cambio, la española se interesa más y a veces con demasiada reverencia.


-La competencia siembre es buena pero, ¿existe rivalidad entre los medios que cubren información comunitaria?

En el periodismo siempre existen rivalidades. La competencia es una de las facetas más bonitas y, a la vez, más duras de la profesión. Aquí la diferencia es que los competidores estamos muy en contacto. Piensa que salimos a cubrir todos los acontecimientos que suceden aquí y coincidimos a diario. La verdad, es que las relaciones personales entre todos son muy buenas, en general.
-¿Existe favoritismo comunitario a la hora de informar a los profesionales de un país u otro, o por el medio en el que trabajan?

Igual que en cualquier parte, hay medios más influyentes que otros, y países más influyentes que otros, también. No es lo mismo filtrar una noticia para lograr salir en la portada de un gran medio de un gran país cuya lengua habla mucha gente influyente, que en el de un diario de un país pequeño de lengua muy minoritaria. Quien no tiene una gran cabecera respaldándole, siempre tiene que sudar más para conseguir un buen resultado o una entrevista. Pero, al menos, no hay crispación entre fuentes y medios, todo es mucho más cortés que en otras especializaciones periodísticas.


– Tras hechos como una baja participación en las últimas elecciones al Parlamento Europeo y el rechazo de la opinión pública ante  la posible entrada de Turquía en la UE, se habla mucho de un sentimiento euroescéptico. En su opinión, ¿existe el periodismo euroescéptico o todos los informadores comunitarios son europeístas?

Si todos los informadores y todos los medios estuvieran entregados a la causa, apaga y vámonos; la crítica y el distanciamiento siempre es sano. Luego, cada uno puede poner la etiqueta que prefiera o más le guste: euroescéptico, eurodecepcionado, eurocrítico,…
-La manipulación informativa siempre ha estado presente. ¿Cuál es el grado de manipulación en la información comunitaria?

 

Las fuentes intentan vender la versión que más les interesa, y los periodistas debemos separar el grano de la paja. Como en cualquier otro lugar. Pero como en Bruselas hay muchas fuentes, muchos intereses (la UE la forman 27 países, en el Parlamento hay 750 eurodiputados, las distintas industrias, ONG, lobbies,…) y a la vez,  muchos periodistas, no sueles tardar mucho en ver las cosas claras, y las fuentes no se pasan demasiado de listas para no terminar quedando en mal lugar.


-Usted lleva ya muchos años ejerciendo como corresponsal comunitario ¿Podría contar alguna anécdota o algún caso real que ejemplifiquen cómo se trabaja en Bruselas?

Te podría decir que los temas son muy cíclicos, así que si al empezar uno no has tenido la oportunidad de enfocarlo bien, más adelante podrás hacerlo. O si alguna fuente te ha vendido una moto, siempre tienes la oportunidad de devolvérsela. Me refiero a que las iniciativas pasan por muchas etapas, a lo largo de las cuales vas informando sobre ellas. Por ejemplo, una propuesta legislativa suele partir de una comunicación, una consulta o un Libro Verde, antes de convertirse en un Libro Blanco, y luego en una propuesta legislativa que debe ser negociada en dos lecturas por el Consejo de Ministros y por el Parlamento Europeo antes de ser adoptada.


-¿Cuál ha sido el tema o asunto que más le ha costado cubrir, o el más peliagudo?

 

El problema no son los temas, sino la acumulación de temas complejos, tanto  legal como técnicamente hablando, y la falta de tiempo para, sobre la marcha, estudiarlos y profundizar. Un compañero que ya no está en Bruselas bromeaba diciendo que un día le echarían por meter la pata pero que un mes después seguiría sin comprender en qué y cómo la metió. No es todos los días, pero hay días que si trabajas en un periódico puedes escribir de cuatro o cinco cosas diferentes. Así que la primera vez que te enfrentas a un tema no te queda más remedio que ir con pies de plomo y confiar en la información oficial, y más adelante ir profundizando y contrastando.


-¿Cree que el periodismo comunitario ocupa el lugar que se merece en España? ¿Cómo compara la situación española con la de otros países de la Unión?

Las redacciones en España le dan bastante importancia a las noticias que llegan de Bruselas. Creo que con razón, porque aunque a veces suena a lejano, las decisiones comunitarias tienen repercusión nacional. Aunque, a mi forma de ver, a veces le dan tanta importancia que se pierden en detalles sobre los que no merecería la pena escribir, o en algunos casos se da una importancia desmesurada que crea falsas expectativas: la UE tiene poder, pero no es el gran hermano como tampoco lo es, por ejemplo, la Organización Mundial del Comercio (OMC). Por otra parte, prefiero no ser juez y parte sobre si nos tratan como nos merecemos, mejor o peor, pero lo cierto es que casi todos los medios españoles con algo de ambición intentan tener corresponsales o colaboradores en Bruselas. En Alemania, por ejemplo, ser corresponsal en Bruselas es llegar muy alto, pero también es verdad que el periodista en Alemania goza de una situación y un respeto que no tiene el español.
-¿Cree que el público está bien informado sobre Europa, que le interesa las noticias que vienen de Bruselas? ¿Cree que en España existe un sentimiento europeísta?

Salí de España en noviembre de 1998 y sólo vuelvo de vacaciones, así que no puedo opinar con conocimiento de causa. Tengo la impresión de que la mayor parte de los españoles ni están bien informados, ni les interesa demasiado, y que son europeístas por inercia, pero sólo es una impresión. Y de confirmarse tampoco sería sólo culpa de ellos. La UE es un sistema de equilibrios muy complicado como para atraer al gran público, y los líderes políticos y de opinión se pierden entre los árboles y ni ven ni muestran el bosque. La construcción europea es hoy un terreno para iniciados: políticos, abogados, empresarios, lobistas, funcionarios…

 

-Refiriéndonos a la actualidad comunitaria, ¿qué opinión le merece la cobertura informativa que se le ha dado a las Elecciones europeas y  la campaña electoral llevada a cabo en los distintos países?

La cobertura informativa ha sido muy nacional, como la campaña. Y eso es un reflejo claro de que Europa no es a día de hoy un país, ni un Estado, ni una nación. Además, no sé si será por desconocimiento o precisamente por todo lo contrario, pero lo cierto es que los Europeos apenas han votado, pero es que en las europeas se vota, dentro de las instituciones europeas más importantes (Consejo, Comisión, Tribunal de Justicia, Parlamento), a la menos influyente: el Parlamento Europeo.

-¿Me resume lo mejor y lo peor del periodismo comunitario?

Lo mejor, que intelectualmente es un reto más gratificante que otras esferas políticas, y que en Bruselas se está a la vanguardia de muchas concepciones que luego, no siempre, van llegando a la realidad. Lo peor, repito, la cantidad de días que te sientes desbordado por la cantidad y diversidad de temas que se te vienen encima, y de lo que no tienes tiempo de prepararte como se requiere.
-Por último, ¿cuál es el futuro del periodismo comunitario?

El mismo que tenga la UE. Si se politiza más, dará quizás más juego a medios como la televisión y la radio para el que es un poco árido. Si en cambio,  la UE sigue siendo tan tecnocrática, seguirá siendo terreno para prensa económica, prensa especializada y diarios sesudos.

 

 


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