Entrevista: Mercedes Salas, corresponsal de EFE-Agro en Bruselas

 

Por Fernando Miguel Belmonte Montalbán

 

 

“LA UNIÓN EUROPEA ES UNA ENORME MÁQUINA DE PROPAGANDA”

Mercedes Salas Felipe, granadina de nacimiento aunque criada en Almería, soñaba, desde que comenzó a estudiar Periodismo, en trabajar algún día de corresponsal en el extranjero. Terminada la carrera, y tras un  período de prácticas y colaboraciones en El Periódico de Catalunya, RNE, Onda Cero, La Crónica de Almería y el diario especializado Europa Agraria, de Sevilla,  ingresó en EFE hace once años y  cuatro después, recién cumplida la treintena, se le presentó la oportunidad de hacer realidad su temprana aspiración de contar historias y noticias desde otro país. No la desaprovechó y, desde entonces, ejerce como corresponsal en Bruselas de la primera agencia de noticias en español y cuarta del mundo, un gigante informativo que distribuye tres millones de noticias al año, confeccionadas por más de tres mil profesionales de 60 nacionalidades que trabajan desde más de 180 ciudades de 120 países. Nuestra entrevistada, especializada en la información comunitaria relacionada con la pesca y la agricultura, reconoce que la UE es una “enorme máquina de propaganda”, eso sí, atemperada por la variedad de fuentes que circulan por Bruselas y que permiten contrastar las informaciones desde diferentes puntos de vista.

 

 

 

¿Cómo llegaste a Bruselas?¿Casualidad u objetivo conscientemente buscado?

Podría decirse que fue una casualidad buscada y deseada.. Desde que empecé a estudiar tenia claro que quería trabajar algún día  como corresponsal. Me propusieron, primero, una sustitución por unos meses y luego volví para una estancia más continua. Y aquí sigo después de siete años, contenta y satisfecha de poder hacer lo que siempre
quise.

 

¿Qué tal la adaptación a Bruselas? Me imagino que algo echarías de menos de tu vida en España.

   
Mi adaptación a la ciudad fue buena. Las condiciones de trabajo eran muy atractivas y  Bruselas ofrece muchas posibilidades como ciudad. Por supuesto, echo de menos a mi familia y a los amigos que están en España. Sin embargo, hay que decir que en Bruselas no te sientes una extraña y que los amigos que he hecho aquí me permiten decir que la estancia vale la pena. También te da la oportunidad de conocer gente muy interesante, de muchos sitios.

¿Qué se espera de un/una corresponsal en Bruselas de la principal agencia en castellano del mundo?

De un o una corresponsal en Bruselas se espera mucho, creo. Por un lado debemos ser los primeros en dar las noticias y en esta ciudad se genera una gran cantidad de información además de mucha competencia profesional, aunque sana. Por otra parte, hay que contar lo que pasa en la UE, también lo que le interesa a España pero sin olvidar lo que interesa a los lectores o clientes de América Latina. Luego, como ocurre con las agencias de prensa, tenemos que hacer un seguimiento de los temas mucho más detallado que otro tipo de corresponsal, ya que servimos de base para el resto de medios. Aparte, tenemos que contar noticias completas, esforzarnos en ser exhaustivos con los datos, de modo que les resulten útiles a los medios que no disponen de corresponsal en Bruselas pero sí están interesados en la información que se genera aquí. Creo que ese esmero en los detalles y los datos contribuyen decisivamente a que se respeten y aprecien nuestras crónicas.

¿Cuáles son las particularidades de trabajar para una agencia respecto de corresponsales de otros medios, como diarios, radios o televisiones?

La diferencia de nuestra agencia con otros medios de comunicación en Bruselas es que, al formar parte de un equipo  grande, podemos cubrir más temas que el solitario corresponsal de otros medios.

Y siguiendo con las singularidades ¿qué aspectos consideras específicos de la información comunitaria?

Tal vez destacaría el papel didáctico que nos toca desempeñar. Debemos procurar hacer inteligibles para el ciudadano medio la profusa y a veces confusa información que se produce en Bruselas. De ahí que nuestro objetivo sea, a menudo, traducir la jerga comunitaria a fin de elaborar noticias que tengan interés para el público general o, incluso, para el especializado.

 

 

¿Cómo es tu rutina periodística cotidiana en un día sin grandes sobresaltos?

De entrada, una buena organización de mi agenda me ayuda mucho. En Bruselas marca un poco el día la rueda de prensa de la Comisión Europea, a las 12 del mediodía. También depende de si hay sesión del Parlamento Europeo o del Consejo de ministros. En general, durante un día hay muchas convocatorias de otras organizaciones y se trata de escoger lo más interesante. Otras veces la actualidad te da ya la selección

 

¿Has vivido en Bruselas algún acontecimiento o experiencia que te haya llamado singularmente la atención o te haya afectado especialmente?

En tantos años vives muchas cosas y al estar fuera de tu país, las noticias te afectan de diferente forma. No sabría elegir una.

¿Recuerdas tu mejor y peor momento profesional en Bruselas?
   
Afortunadamente, momentos profesionales buenos  he tenido muchos. He seguido  muchas negociaciones políticas al más alto nivel  en el ámbito agrario. La última de estas reuniones, donde se abordaron asuntos muy importantes, se produjo en noviembre del año pasado. En estas citas se trabaja mucho, y una siente una especial responsabilidad. Luego viene la satisfacción personal al comprobar que mis informaciones se publican, tienen alcance dentro de lo que cabe y se utilizan como referencia en los medios. Guardo un recuerdo muy especial de cuando me envió EFE, en 2005, a  cubrir las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio en Hong Kong  y en  Ginebra.

 

En cuanto a peor momento, creo que quizás al principio, algo que suele ocurrirle al corresponsal nuevo. El lenguaje comunitario, el bombardeo de papeles y la búsqueda de fuentes aturden, sobre todo si tienes que tratar con rapidez informaciones que son sensibles políticamente.

¿En qué consisten las principales dificultades y obstáculos para obtener información sobre asuntos comunitarios?

Yo creo que la mayor dificultad se produce cuando, como sucede con cualquier ámbito del periodismo, te encuentras que llegas nueva a un tema y debes saber acudir a las fuentes adecuadas.

 

¿Sobre qué criterios te apoyas para detectar o seleccionar lo verdaderamente relevante entre tantos miles de papeles generados diariamente por las instituciones comunitarias?

Sin duda, el interés para España o para América Latina de una información  es determinante a la hora de escoger lo relevante. El otro criterio es un clásico: la actualidad manda.


Por cierto ¿se intenta manipular mucho en Bruselas? ¿Cómo se sortea ese peligro?

Bueno, la UE puede ser y es, de hecho, una máquina enorme de propaganda pero esto se contrarresta con el hecho de que existen muchas fuentes y diversas a las que puedes consultar sin moverte de Bruselas. Naturalmente, consultar a cuantas más fuentes mejor exige también más trabajo, pero es la única manera de hacer factible la elaboración de informaciones contrastadas desde distintos puntos de vista, algo que no sólo es muy deseable sino una exigencia para todos  a los periodistas. Por ejemplo, yo en unas pocas horas he podido recabar opiniones de tres o cuatro fuentes sobre un tema y, posiblemente, en otro lugar  ello me hubiera llevado mucho más tiempo. En Bruselas tienes acceso relativamente fácil a una serie de personas que en otros países, por ejemplo en España, estarían menos disponibles.

El peligro está en dejarte llevar por la maraña de papeles y de datos, pues intento de manipulación sí hay. Para sortearlo, volvemos a la necesidad de saber seleccionar bien.

   
En relación con lo finalmente publicado en los medios ¿qué papel juegan, y con qué éxito, la enorme cantidad de lobies radicados en Bruselas?

 En primer lugar, me gustaría puntualizar que al hablar de lobby podemos referirnos a entidades muy distintas. Aquí se usa mucho la expresión “hacer lobby” o hacer “pasillos” y con ella podemos aludir a organizaciones tan dispares como asociaciones caritativas, ecologistas, grandes multinacionales o representantes, por poner un ejemplo, de la industria bananera.

Resulta evidente que los lobbies, entendidos en el sentido más restringido de representantes de los intereses de grandes industrias y de poderosas multinacionales,  tienen mucha presencia y que muchos trabajan con insistencia para atraer la atención de los medios. Pero yo creo que las reglas del juego entre lobbies y periodistas –que al fin y al cabo somos mensajeros- están más o menos claras. Donde es más acusado el impacto de los lobbies, donde reside su  verdadero peligro,  es en la fuerte influencia que pueden ejercer algunos de ellos, los más poderosos, en las decisiones de la Comisión Europea o del Parlamento Europeo. Eso es lo realmente  difícil de vigilar.

Por último ¿tienes intención  seguir mucho tiempo en Bruselas?

Por ahora quiero seguir en Bruselas. Ya te comentado que ser corresponsal era uno de mis sueños y  no todo el mundo puede trabajar en aquello que ha soñado ser. Me siento afortunada por estar aquí.

 

 

 


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