Una empresa española participará en el desarrollo de dos centrales nucleares en Rumanía. Además, responsables de dos filiales de bancos españoles han sido citados para declarar por el «corralito» argentino. Sin querer valorar el fondo de ambas noticias, lo que siempre sospecho al leer el boletín mensual de OMAL es que la prensa española sigue poco las actividades de nuestras grandes empresas en el exterior, sobre todo cuando se trata de aspectos polémicos.
De todos es sabido que, en Periodismo, un acontecimiento que ocurre lejos es menos noticia. Sin embargo, ¿debe seguir valiendo esta máxima hoy, en un mundo donde la distancia geográfica tiene cada vez menos sentido? ¿No serían importantes esas noticias si el proyecto nuclear estuviera en marcha en nuestro territorio o los dos altos cargos tuvieran que testificar por un desastre financiero sufrido por los contribuyentes de Andalucía, Valencia o Madrid?
El día a día de las multinacionales made in Spain está sujeto a numerosas críticas más allá de nuestras fronteras. Cualquiera que haya viajado por América Latina sabe hasta que punto las grandes firmas españolas arrastran críticas inmisericordes de «nuevo imperialismo» prepotente y destructor.
Uno puede hacer una prueba superficial con este tipo de noticias: comprobar si han sido publicadas en las grandes cabeceras españolas. En muchos casos, sólo lo hicieron en su versión digital, aquella elaborada por redactores más jóvenes y quizá con una mentalidad más global, desenfadada y espontánea. En otros casos, ni siquiera eso…
En esta ocasión ha habido suerte: la pieza de Rumanía la he podido leer en Elpais.com y Cincodias.com, no en sus versiones impresas. La segunda la he encontrado en Elmundo.es, Laregion.es, Eleconomista.es y en ABC.es (aquí también en su versión papel). En todos estos textos se habla de comparecencias durante el mes de marzo e incluso se menciona el nombre de Ana P. Botín, pero no hay seguimiento posterior de la pieza y el mes de marzo prácticamente ya ha pasado. ¿Qué ocurrió? ¿Se produjeron esas declaraciones? ¿Se trató de una falsa alarma o un error?
Lejos de maniqueísmos, me consta que los departamentos de Prensa y RSC de estos gigantes de la economía trabajan duro para conseguir que las empresas se comporten como deben y para que eso revierta en en una buena imagen. Y entiendo que sus directivos trabajan duro para generar riqueza, que es a lo que se dedica un empresario (quiero pensar que no sólo lo hacen en el exterior sino ambién para el exterior). Pero algo falla y quizá los medios pudieran tender más puentes de los que tienden, garantizando transparencia y aplicando estándares de seguimiento más estrictos a estas compañías, de modo que se disiparan las dudas. Hablemos de una compañía cuando esté haciendo fuera algo que sería noticia aquí. Bueno o malo.
Ahora es como si existieran dos esferas de actividad económica: una, entre Los Pirineos y Gibraltar, la única que parece afectar a accionistas y lectores, y otra, la de «allá», que espolea a mucha gente pero que en España escuchamos a volumen reducido. Después pasa lo que pasa: un incidente puntual como el famoso «Por qué no te callas» hace saltar todas las alarmas y saca a la luz un montón de odios e incomprensiones transcontinentales que andaban semienterrados y que vienen de lejos, pero que tienen mucho que ver con la actividad empresarial actual.